El síndrome del impostor
Miedos absurdos y autosabotaje
La Chanchi y yo en la Costa Brava, España. Marzo 2023.
Amo escribir. Desde que soy pequeña es algo que disfruto mucho y siento que me hace muy bien. He tenido ganas de escribir en un blog desde hace mucho tiempo, pero me ha costado demasiado empezar, ha tanto desde que la idea cruzó mi mente por primera vez que ya ni me acuerdo cuándo surgió. Hace un año di el gran paso de comprar un dominio y crear una página web para publicar mis fotografías y escritos. Diseñé esta página web con todo el amor del mundo y al terminarla estaba muy feliz y orgullosa con el resultado, hasta que me invadió el síndrome del impostor.
Durante el proceso de creación de este blog leí y aprendí mucho sobre la parte técnica de cómo hacer una página web, pero también sobre cómo funcionan los motores de búsqueda, qué es lo que se supone que la gente quiere leer hoy en día, cómo se debe escribir para atraer más lectores, cuántas palabras se tienen que usar e incluso cuáles palabras se deben usar. Me volví loca con tanta información y encerré a mi creatividad en una caja cuadrada, horrible, pequeña y oscura que lo único que hizo fue hacerme perder la inspiración y las ganas de publicar lo que escribo. Comencé a sentir que lo que escribía no era lo suficientemente bueno, que no tenía sentido publicarlo porque nadie lo leería, que si alguien llegaba a leerlo lo encontraría mediocre y que estaba perdiendo mi tiempo con algo que no llegaría a ninguna parte. Comencé a compararme con otras personas, con otros escritores y escritoras, con otros fotógrafos y fotógrafas… Sí, me pasó y me sigue pasando con la escritura, con la fotografía y con prácticamente todo.
Ese es el síndrome del impostor, cuando no puedes reconocer tus logros, crees que eres un fraude, que tu éxito se debe a la suerte o la casualidad en vez de a tu esfuerzo y que cualquiera puede descubrirlo en cualquier momento.
Garza en vuelo. Alcossebre, España. Marzo 2023.
Comencé este proyecto pensando en escribir libremente sobre muchos temas diferentes, sobre lo que mueve mi alma y despierta mis ganas de expresar en palabras lo que siento, sin barreras. Reflexiones, recuerdos, historias, datos y poemas relacionados a la naturaleza, viajes, sustentabilidad y la vida misma. “Se supone que si escribes un blog y quieres que sea exitoso debes elegir un nicho muy específico” (bla bla bla), con esa frase surgieron las inseguridades. Ya desde un comienzo comencé a quitarle poder a esa idea de escribir con libertad.
Hace meses que he estado intentado volver a publicar algo pero siento que las palabras no fluyen, que es todo forzado. Y claro, el problema es que estoy delimitando demasiado mis palabras al encadenar mi creatividad. No he estado escribiendo lo que siento que quiero escribir, he estado intentando poner en palabras lo que creo que otros quieren leer, basándome en suposiciones, estadísticas y consejos de gente aleatoria de internet (o internet mismo?).
Olvidé que la intuición siempre sabe más que la mente. Mi intuición me dice que escriba y que lo comparta, ni idea por qué. A veces las razones no importan, el lenguaje de la intuición es abstracto, sólo hay que decirle que sí sin preguntar tanto. Además, las mejores cosas de la vida en general surgen de situaciones que nos dan miedo, pero que decidimos enfrentar.
Tengo millones de fotografías y palabras guardadas que solo he visto yo y que me he detenido antes de llegar a mostrarlas al mundo. Me paralizó el miedo absurdo al “qué dirán”, me estanqué y casi casi renuncié. Que absurdo darle tanta importancia a lo que opinen los demás. He decidido que desde ahora en adelante voy a publicar lo que se me dé la gana, lo que me salga del corazón, porque si de algo estoy segura es que mi intuición sabe más que internet.
Creo que al leer aprendemos de otros y al escribir aprendemos de nosotros mismos. Escribir me hace bien. Publicar lo que escribo quizás es una llave para ayudar al resto y a mí al mismo tiempo, haciendo algo que disfruto profundamente. Además, publicar lo que escribo y lo que fotografío me ayudará a enfrentar y quitarle poder a ese miedo absurdo al “qué dirán”. Mostrando mi arte le cierro la puerta al síndrome del impostor y se la abro a la creatividad y su abundancia.
Este post que ha estado en pausa por un mes es un recordatorio más para la Rena del futuro, para dejar de dar tantas vueltas, concretar y usar este espacio para dejar fluir la creatividad y volver a disfrutar de las palabras y las historias contenidas en imágenes.
Y si alguien (incluso yo) alguna vez pregunta: ¿Y por qué?
La respuesta hoy y siempre será: ¿Y por qué no?
Con amor,